La bestia y Salvatore Agus comen un guiso de lentejas en la cocina ahumada del monasterio.......y que pasarà en julio?

La bestia como siempre escondida, de quien ? de los chusmerios de esa impertèrrita calle dice, ja ja.

He aquì una receta de lentejas de Valencia, los pagos de George de Burgos:

http://www.comarcarural.com/valencia/recetario/ollas/lentejasconarroz/.htm 
 LENTEJAS CON ARROZ VALENCIANA

Hemos adquirido el don de la adivinaciòn. En julio la bestia hecharà otra vez de su casa al escritor. La vez anterior fue por una agua tònica mal traida, es decir el inùtil del escritor le trajo un pomelo en vez de la maldita tònica, para calmarle la resaca de un beberaje. En el interin  hasta la proxima expulsiòn se comprobarìa que no solo, como afirmaba un conocido amigo suyo, el caso era de Ateneo Psiquiàtrico, sino que los niveles de colesterol, presiòn sanguinea, glicemia y obesidad, eran tan altos, por otra parte coherentes con su IMC (Grado 2 habìamos afiirmado en otro articulo), que un simple fuego mal apagado con su caldera arriba y los cafès ya prontos, serìa el pròximo motivo de expulsiòn. Clamarà la bestia !andate de mi casa¡ Oh sorpresa,sucederà en el medio de una conversaciòn amistosa y fluida. Lògicamente el estùpido e inteligente escritor reaccionarà con un insulto vulgar. Su estupidez lo llevarà a preguntarse porque va a su casa y su inteligencia le dirà que al encontrarse en la calle otra vez con la bestia, charlaràn amistosamente, como la vez anterior. El sabio y viejo Agus le dirà al escritor, parecen chiquilines, en unos dìas estaràs ahì otra vez. No se sabe, el escritor temerà ser aplastado por tanto IMC, factor X (conjunciòn de grado 2, edad y factores de riezgo diràn los galenos) y....... testoroma acumulada, añade el escribiente, ja ja.Como afirmaba el mito popular que era la "espada" o miembro viril de Enrique VIII ? y su probable incapacidad para copular despùes de haber engordado.No crean que el escritor discrimina, hay otras cosas màs importantes que las artes de la cama o que las enfermedades, entre ellas el deseo de transformar la propia y no ajena condiciòn humana.