Para que nos purifiquemos, cambiemos de ropaje y de pensamientos, dejemos los pesos atrás, materiales e inmateriales, entre ellos el pesimismo de creer que todo se volverá a repetir igual, que nada hemos aprendido, que la distancia es tan grande, que somos incapaces de recorrer dos cuadras para vernos. Si habré clamado contra esos dolores a los que te aferrabas orgullosamente ¿para qué?